Huguito era el hijo más pequeño de una bruja. Para obtener
el nombre de Brujito tenía que aprender a volar por la oscuridad de la noche y
recibir su escoba mágica. Durante el día practicaba y podía hacerlo muy bien, pero
cuando llegaba la noche, quedaba paralizado, por su temor a la oscuridad y
prefería acostarse a dormir hasta el día siguiente.
Esa noche estaba en su habitación, con la luz apagada,
cuando escuchó un ruido en su ventana que lo hizo saltar de la cama. Caminó sin
ver hasta que se encontró con su mamá. -Es el viento, le explicó su mamá bruja
-sopla muy fuerte, porque debe estar de mal humor y cuando está contento sopla
suavecito.
Un poco más tranquilo,
trató de conciliar el sueño y soñó que era amigo del viento y lo llevaba
a pasear
durante la noche. Podía volar con su escoba, sin nada que temer, lo
único que le faltaba era poder ver un poquito en semejante oscuridad. Para eso, su amigo el viento, le regaló unos
anteojos mágicos. Cuando a Huguito le gustaba
un lugar para quedarse a jugar, el viento soplaba despacito, así él podía
aterrizar sobre un colchón de pasto para
dar vueltas carnero. Y se animó a aterrizar sobre el mar, surfear en las olas o tirarse sobre su escoba como una patineta
desde los médanos más altos. En una de esas aventuras perdió los anteojos
mágicos y no los encontró, en medio de la noche. Entonces su amigo sopló fuerte
para llevarlo nuevamente de regreso a su hogar.
Así perdió el miedo a la oscuridad. Esperó hasta que el sol
se escondiera y llamó al resto de los
brujos, para demostrarles que hacía piruetas en el cielo. Todos quedaron
maravillados y como habían prometido le dieron una flamante escoba. De más está
contarles que el hijo más pequeño de la bruja recibió el nombre de Huguito, El
Brujito.
Texto: Anabela Acuña
Ilustración: Ana Banegas
Ilustración: Ana Banegas
Me encanto!!!
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